Ko e ‘ulungaanga ‘o e ‘ilo motu’a mo fo’ou – un conocimiento nuevo que une pasado y futuro en el presente

Genealogías, entorno, geografía y cosmos

Soy Visesio, un filósofo y artista de Tonga. Mi padre, Sunia Siasau, y mi madre, Lesieli Siasau, me transmitieron un antiguo Ha’a (linaje) tongano de artistas de tufunga (artesanía) y nimamea’a (bellas artes). La habilidad artística me llegó a través del toto (la sangre), del medio en el que crecí, de la ubicación geográfica y de la interconectividad cósmica. Soy descendiente de antiguos pintores, escultores, tejedores de cuerda de fibra de coco para canoas, constructores y navegantes de Fungamisi, las islas Vava’u y Ha’ano y el archipiélago Ha’apai. Crecí en un medio fértil en el que la forma de vida propia de Moanan —Oceanía— facilita una conexión natural con el cosmos. A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de practicar y aprender las artes de tufunga y nimamea’a. De mi genealogía paterna heredé el conocimiento de la pintura y la escultura; la materna me legó el arte del lalava (cordajes para canoas) y de la construcción de casas, pero también de la escultura y la navegación.

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Visesio Siasau
Mānava Ofa, Aliento de compasión, 2020
madera, óleo, metacrilato pulido
dimensiones variables
un encargo de Te Tuhi, Tāmaki Makaurau Auckland
fotografía de Sam Hartnett

Los linajes de Siasau transmitidos por Sunia me conectan con los mamposteros samoanos que migraron a Vava’u en tiempos del imperio Tu’i Tonga, entre los siglos nueve y diecisiete de nuestra era, que con el tiempo acabaron centrándose más en la pintura, la escultura y la construcción.   

Lesie li, mi madre, es descendiente directa del Linaje Lemaki, Ha’a Lemaki, del pueblo de Heavula, perteneciente al distrito de Ha’amea en la isla principal de Tongatapu, y en Tu’ulatala, en la isla Ha’ano. Los Ha’a Lemaki fueron expertos constructores de kalia (canoa de doble casco) y reconocidos navegantes de Alafolau Heavula (navegación de Heavula) y Alafolau Tu’ulatala (navegación de Tu’ulatala).

A través de mi disciplina continúo refinando, recreando y rastreando por todo el mundo innumerables creaciones artísticas en los ámbitos que acabo de mencionar, lo que me hace pensar en una nueva teoría del vavanga (pensamiento infinito) tongano, una inmersión profunda en el yo de cada cual para conectar con la esencia de nuestro propio ser. 

Sé también que la vida tongana es inseparable de nuestra ubicación geográfica. La configuración cultural de nuestra ‘iai (existencia) nos vincula como pueblo del océano y del fonua (espacio-tiempo).

Los tonganos creemos en una tríada que reúne el fakakaukau (mente), el sino (cuerpo) y el laumālie (espíritu). Se trata de uno de los dispositivos existenciales más sofisticados, pues trascienden tanto la mente y los recuerdos como la categorización del cosmos en unidades para reflejarlo como un todo. Esa adhesión al cosmos nos enseña que el nacimiento y la mente no son sino la continuidad de unas fuerzas vitales que superan el horizonte de la existencia. Nuestros ancestros se valían del vavanga, una consciencia e inteligencia espiritual, una relacionalidad mística con la gran resonancia de las vibraciones cimáticas y su potencialidad ilimitada. Ese es el poder de vavaa1Te Po, el dominio de la oscuridad, y Te Korekore, un lugar de caos y de potencialidad, se encontraban a la vez cerca y lejos de los objetos y las gentes de Aotearoa, Nueva Zelanda. El Reverendo Samuel Marsden intenta describir Te Korekore en un ensayo: Te Korekore es el ámbito del no ser y del ser… Aquí se gesta la sustancia seminal del universo y de todas las cosas creadas. Es el vientre del que nacen todas las cosas…

Marsden cita y traduce un viejo canto maorí: «Del reino de Te Korekore la causa raíz, a través de la noche de ceguera, la noche de exploración vacilante, la noche del ciego tantear, la noche que se inclina hacia el día y la salida a la plena luz diurna». Te Korekore es —explica Marsden— una suerte de vacío fecundo que permite que las cosas del mundo se manifiesten. Otros pueblos polinesios tuvieron sus propios términos para expresar ese extraño dominio que Marsden describe. En Tonga, el término ‘Uli’uli va, que podríamos vagamente traducir como “vasta negrura”, se ha utilizado para designar el dominio del que surge el mundo tangible y en el que este se apoya.
(espacio unificado) y su potencia espontánea, maleable, sin límites, desligada de la religión y el dogma cristianos: la profunda comprensión y conocimiento sobre cuál es nuestra posición interna y externa en relación con nuestros entornos. Nga es un sufijo que torna el conocimiento de vavaa-espacio en algo material, conectándolo con las realidades de la vida dentro de nuestra cosmología tongana y haciéndonos partícipes del universo como herederos de la totalidad del vavaa. Nga se emplea aquí como el patrón de conocimiento que pone de relieve la forma en la que este deriva del espacio.

Ata-loa es una palabra tongana que acuñé a partir de otros dos antiguos vocablos tonganos —ata (sombra) o imágenes a un tiempo concretas y abstractas, y loa (tiempo)— y que expresa toda su potencia y energías.

Visesio Siasau Mānava ´Ofa, Breath of Compassion, 2020 wood, oil, polished perspex dimensions variable commissioned by Te Tuhi, Tāmaki Makaurau Auckland photo by Sam Hartnett
Visesio Siasau
Mānava Ofa, Aliento de compasión, 2020
madera, óleo, metacrilato pulido
dimensiones variables
un encargo de Te Tuhi, Tāmaki Makaurau Auckland
fotografía de Sam Hartnett

Mi creatividad da continuidad a unos vínculos genealógicos y cosmológicos, un conocimiento consciente de aquello que es específico de un lugar y un pueblo. Usamos nuestra creatividad para ensanchar las epistemologías más allá de los sistemas dogmáticos, cristianos y burocráticos que nos han sido impuestos. Es ahí donde encontramos hoy las dimensiones políticas de la creatividad en Oceanía: estamos poniendo en pie una justicia epistemológica.

Ese podría ser, para concluir, nuestro punto de partida: la idea de creación continua y la idea de universo dinámico. Unas ideas inclusivas, que nos proyectan como una generación de artistas indígenas que taa (golpean) o taataa (golpean repetidamente) para mantener una rima o ritmo (peau ongo’o vavaa) y una fuo (forma) particulares. El vaa se convierte así en una expresión social, cultural y artística de espacio.

Visesio Siasau – Biografía

Visesio Poasi Siasau es un artista contemporáneo tongano, heredero de una estirpe tufunga (practicantes de rituales) de Ha‘ano, Ha’apai y Fungamisi, en las Islas Vava’u.

Licenciado en filosofía y artes indígenas, Siasau prepara en la actualidad un doctorado en Hawái y Tonga. En su práctica artística trabaja con metacrilato, vidrio, bronce, instalación y pintura de gran formato sobre tejido de tapa y sobre lienzo. Siasau fue el primer artista tongano ganador, en 2015, del Premio Paramount en los Wallace Art Awards. Ha llevado a cabo residencias de artista en las Islas Salomón, Taiwán, China y Estados Unidos. Entre ellas destaca el semestre que pasó en el ISCP (Programa Internacional Curatorial y de Estudio) en 2016 en Brooklyn, Nueva York, donde fue invitado a pronunciar una conferencia en el Metropolitan Museum.

En 2018 Siasau fue profesor visitante en el marco de la Iniciativa Mellon de Artes Indígenas de la Universidad de Virginia, en Charlottesville, Virginia, EE UU.

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    Te Po, el dominio de la oscuridad, y Te Korekore, un lugar de caos y de potencialidad, se encontraban a la vez cerca y lejos de los objetos y las gentes de Aotearoa, Nueva Zelanda. El Reverendo Samuel Marsden intenta describir Te Korekore en un ensayo: Te Korekore es el ámbito del no ser y del ser… Aquí se gesta la sustancia seminal del universo y de todas las cosas creadas. Es el vientre del que nacen todas las cosas…

    Marsden cita y traduce un viejo canto maorí: «Del reino de Te Korekore la causa raíz, a través de la noche de ceguera, la noche de exploración vacilante, la noche del ciego tantear, la noche que se inclina hacia el día y la salida a la plena luz diurna». Te Korekore es —explica Marsden— una suerte de vacío fecundo que permite que las cosas del mundo se manifiesten. Otros pueblos polinesios tuvieron sus propios términos para expresar ese extraño dominio que Marsden describe. En Tonga, el término ‘Uli’uli va, que podríamos vagamente traducir como “vasta negrura”, se ha utilizado para designar el dominio del que surge el mundo tangible y en el que este se apoya.
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